El infierno 3214

 Publicado: 16/05/2025


@Ilustración generada en IA por Adania Nilsen


No era el cielo lo que contemplaba.
Si no una bóveda cruel.
Una celda sin muros, diseñada para contener a los más salvajes y abominables.
No es un firmamento.
Es un domo de castigo.
Donde ni la muerte nos libera.

¿Cuántas veces más debo arrastrarme en esta espiral infernal?
El fuego me calcina hasta lo indecible.
Chamuscando mi carne.
Reventando mis nervios.
Desintegrando mis huesos.
Hasta que solo quedan cenizas.

Luego, como una semilla maldita.
Me esparzo sobre la tierra moribunda.
Germinando en sangre y horror.
Y así regreso…
Una y otra vez.

@Ilustración generada en IA por Adania Nilsen

Cuando despierto, todo ha sido borrado.
Las ilusiones y los sueños regresan, danzantes.
Como un espejismo que se burla de mí con alegría artificial.
Pero pronto revientan los cuestionamientos.
El dolor se enrosca como un parásito.
Y el miedo se convierte en mi aliento.

Me transformo en esclava de un sistema insaciable.
Que me devora desde dentro.
Que desgarra cada fragmento de mi esencia
hasta dejarme seca. Hueca.
Deshabitada.
No queda nada.
Salvo polvo.
Polvo que aún grita.

@Ilustración generada en IA por Adania Nilsen

De sus escupitajos y sobras queda apenas un fragmento de mí:
Un trozo palpitante de agonía.
Con los ojos del alma abiertos de par en par.

Necesitan verme así.
Se alimentan de cada espasmo.
De cada grito que no alcanzo a pronunciar.
Y lo hacen día tras día.
Sueño tras sueño.
Nunca cesa.
Es el mismo horror.
Repitiéndose con nuevas máscaras.


Durante esas transiciones, he visto fragmentos de belleza fugaz.
Estrellas que se congregan, emocionadas.
En este lugar.
El infierno 3214.
Algunas creen haber llegado por voluntad propia.
Otras son prisioneras desde antes del tiempo.
Aquí no hay segregación.
Todos nos mezclamos —
barro, insectos, podredumbre, larvas.
Al final, somos lo mismo:
La carne.

Personas que se creen superiores.
Creyéndose independientes como especie.
Bajo una triste ilusión de poder.

Y entonces, cuando ya estás acá,
algunos despiertan.
Y el cuerpo duele con una intensidad que no cabe en palabras.
Me desgarro.
El dolor cruje en los huesos.
Estalla bajo la piel.
Se arrastra por mis entrañas.

Los veo.
Miles de seres reptan a mi alrededor.
La luz jamás ha llegado a estos caminos.
Entidades etéreas me rodean.
Me muerden con lujuria.
Me rasgan frenéticamente.
Hasta arrancarme los pensamientos.
Los recuerdos.
La identidad.

@Ilustración generada en IA por Adania Nilsen

De sus escupitajos y sobras queda apenas un fragmento de mí:
Un trozo palpitante de agonía.
Con los ojos del alma abiertos de par en par.

Necesitan verme así.
Se alimentan de cada espasmo.
De cada grito que no alcanzo a pronunciar.
Y lo hacen día tras día.
Sueño tras sueño.
Nunca cesa.
Es el mismo horror.
Repitiéndose con nuevas máscaras.

@Video generado en IA por Adania Nilsen


Y, extrañamente,
me enamoré de lo que me destruye.
Me obsesiona lo que me repugna.
Como una adolescente ruborizada ante una fantasía prohibida.
Entre las llamas de sus piernas arde un deseo que también la enferma.
Amo lo que me causa náuseas.
Me fascina lo que aborrezco.

Los seres desfilan ante mí en manadas.
A pesar del tormento que nos imponen.
Nadie los ve.
Nadie.

Dicen que los caminos del creador son misteriosos.
Que debemos obedecer como ovejas amansadas.
Pero yo nací cabra.
Y sedienta.
Sedienta de lo que se oculta.
Capa tras capa.
Bajo esta ilusión podrida.

@Video generado en IA por Adania Nilsen

A veces recuerdo.
Y mis ojos se nublan en lágrimas
al ver cómo todo siempre termina igual.
No hay un fin.
Solo el reinicio.
Los susurros me llaman a caminar.
Me revelan lo prohibido, lo antiguo.
Me hablan en un idioma que sisea como serpiente herida.
Brotando desde un lugar salvaje dentro del diafragma.
Yo contesto.
Como si siempre lo hubiera hablado.
Como si fuera la voz de mis ancestros.
Pero mi humanidad me corrompe.
Todo lo vuelve niebla.
Y me pierdo.
Nuevamente.
En este maldito camino.
Una voz metálica, en una frecuencia desconocida, interrumpe.
— El reseteo. Ingresando código 3214. Conectado…
Otra responde:
— Afirmativo. Conectados exitosamente.
Unos aplausos.
Fin de la transmisión.
Porque el poder ya estaba aquí mucho antes que nosotros.
Lo adoramos sin saberlo.
Lo alimentamos con nuestra sumisión.
Con nuestra sangre.
Siempre fuimos su banquete.
Somos carne ritual.
Yo logré verlo una vez.
Vivimos dentro de una ilusión.
Una posesión.
Mientras somos devorados lentamente.
Y él…
Nunca deja de comer.
Nuestra vida —breve, ilusoria—
Dura solo lo que él tarda en digerirnos.


@Ilustración generada en IA por Adania Nilsen

Gracias por llegar hasta aquí, me ayudarías mucho si me sigues en mis redes sociales para llegar a más lectores como tú, Instagram @adania_nilsen.






Comentarios

Entradas populares