La luz azul
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@Ilustracion generada con IA creada por Adania Nilsen. |
A veces los susurros llegan. No tienen cuerpo, pero sí intención. Se arrastran dentro de mi mente como cuchillas en aceite caliente. Me inoculan los sueños para amortiguar el grito de la piel desgarrada. En esos sueños cruzo mundos, escucho lo que nadie debería oír, recibo señales que no tienen idioma humano. A veces escribo. No por voluntad, sino porque si no lo hago, desapareceré más rápido.
Uno de esos recuerdos se incrustó con violencia en mí: una luz azul que descendía por la ventana. El cuarto se transformaba en una fosa; parecía que las paredes respiraban y absorbían el aire. Esa noche la luz no se disipó: se condensó, se hizo más fuerte, pulsante, como si pariera algo desde otra dimensión.
Y entonces vinieron ellos.
Yo estaba despierta.
Grité. Me desgarré la garganta, quedé con la voz rota de tanto suplicar que despertaran. Nadie lo hizo. Las criaturas emitían un zumbido grave, invertido, como un cántico fúnebre que resonaba directamente en el cráneo. Quisieron dormirme también. Me invadieron con náuseas, con vértigos, con un frío que se clavaba en lo más profundo de la cabeza. Pero no cerré los ojos. No pude. No quería. Quería salvarlos. Mi cuerpo resistió, pero fue en vano.
La luz azul nos tragó. Nos elevó sobre la casa como una lengua impía, aboliendo la gravedad, desnudando las leyes que nos mantenían en este plano.
Al amanecer, todo era estático. Ellos se habían olvidado. Yo no. Yo sigo recordando. Cada segundo, su imagen y ese hedor emanado de su piel.
Después de esa noche, las visitas se hicieron frecuentes. No siempre lograba recordarlas; sin embargo, mi cuerpo sí. Me lo decía el dolor. La presión comenzaba en la nuca, luego un zumbido agudo, casi metálico, me perforaba los tímpanos. Todo se oscurecía. El cuerpo flotaba. Perdía peso. Perdía voluntad.
Ahora, cuando el dolor me arrincona, las memorias se agitan como insectos detrás de mis ojos. La carne me arde como si una lengua infernal me lamiera los huesos desde adentro. Ellos regresan. Ellos nunca se han ido. Sus voces se filtran por mis oídos, me nombran en una lengua ajena, primigenia.
Y escribo.
Y sé que pronto… cuando esta historia termine… vendrán también por ti.
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@Ilustracion generada con IA creada por Adania Nilsen. |
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🌑Cada palabra escrita es un eco sagrado, cada relato una ofrenda.
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Fantástico.
ResponderBorrarMuchas gracias por visitar mi blog, me alegra que hayas disfrutado la lectura
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